El tema son las Relaciones Humanas y su analogía con el amor. La relación con nuestros padres es la primera, es la fundamental. Si uno no puede sanar o equilibrar esta relación, es muy difícil que pueda vivir otras relaciones de forma madura, en desarrollo. Seguramente estas relaciones están basadas siempre en el amor; pero parece que los puentes no funcionan tan fácilmente como cuando cuando el bebé era pequeño y estaba bajo el control de los padres, porque cuando el niño crece y se transforma en un adolescente las cosas cambian, no son tan fáciles para ellos. No sabemos muy bien cómo llegar al otro, a este otro tan íntimo que es nuestro hijo. Yo siento que esta es una relación fundamental en la vida.
¿Y qué pasa con los lugares de trabajo?.. En el ámbito profesional, donde las personas necesitan respetarse, comprenderse; necesitan saber unir, y a la vez separar, la parte profesional de la humana. A veces en las empresas se olvida lo humano, se utilizan a los empleados como si fueran máquinas para que produzcan cada vez más, pero se olvidan que ahí hay un ser humano y que ese ser humano necesita ser tratado como tal. Relacionarse es algo que todos nosotros necesitamos. A través de las relaciones uno aprende, crece e intercambia. Hay algunas personas que están más aisladas, que son autosuficientes, independientes, pero incluso éstas necesitan del otro, necesitan del mundo, necesitan del amor, somos seres gregarios. Yo pienso que estamos aquí, en este planeta, para aprender unos con otros, en relaciones que van desde las más intimas como son las relaciones dentro de una misma casa, hasta aquellas aparentemente poco importantes, como la relación que tengo con la persona a la que le compro el pan todos los días. Puede ocurrir que durante mucho tiempo le compre el pan a la misma persona y ni siquiera sepa su nombre. Es interesante observar esto, ¿verdad? Estamos viviendo en un mundo bastante frío donde tenemos miedo uno del otro, y para protegernos, cada vez nos relacionamos menos. En realidad, no sé si cada vez menos, o más, porque no sé muy bien como medir esas cosas. Pero siento que nos relacionamos menos de lo necesario; el corazón de cada uno está insatisfecho, no tiene el suficiente amor que debería tener. Las relación más importante, la del origen, es la relación con nuestros padres, con el ambiente, donde nacimos, donde se creó la carencia de amor. Todos nosotros recibimos menos amor y menos aprobación de la que necesitábamos para desarrollar nuestro potencial y con esta carencia y debido a ella, aprendemos nuestro sistema de ideas, salimos de ese ambiente con ideas muy concretas de cómo debemos ser, y de cómo es el mundo. Salimos de ese ambiente muy empobrecidos en nuestro mundo emocional. Crecemos, y nos convertimos en adultos, nuestro cuerpo ha crecido, pero emocionalmente seguimos dependiendo de ese amor no recibido en la cantidad que lo necesitábamos; y eso lo transferimos a todas las relaciones futuras. Primeramente buscamos la pareja. Buscamos una pareja con la ilusión de que nos va a llenar todo aquello que no recibimos en la infancia. Salimos con esa ilusión de que realmente eso ocurrirá. Hay personas que ya escucharon eso miles de veces y caen en la trampa. Es más fuerte que uno. Puede ser que hayas leído, escuchado, o pasado por terapias, pero de pronto te ves exactamente haciendo lo mismo, poniendo en el otro todas tus expectativas, imaginando que él será tu salvador, entonces creas la relación con estas expectativas, y seguramente el otro también. Los dos entran con lo mismo, con cosas no dichas, siendo muy poco conscientes. Y ocurre la fase de la pasión. No todos, aunque muchos empiezan una relación con el enamoramiento y ese momento es divino, es mágico, todo parece absolutamente perfecto, no falta nada, lo único que uno necesita es a él o ella a su lado y así poder ser la persona más feliz del mundo. El enamoramiento me hace mejor, me permite exponer mis mejores cualidades. Yo quiero conquistar al otro. Quiero mostrar lo mejor de mí. Quiero ser el centro de la vida del otro. Quiero que sea mi centro, el centro de mi vida. Hago del otro mi total dependencia. Dependo del otro para ser feliz. Eso no me viene a la mente de forma clara, pero es lo que ocurre. Pasado un tiempo la pasión se va, no dura. Me imagino que todos lo sabemos y hemos pasado por la experiencia. Viene la rutina, el día a día, otros compromisos, necesidades, y de pronto ya no estamos más mostrando lo mejor de nosotros, lo que queremos ahora es que el otro cumpla con nuestras expectativas, todas, pues "yo lo elegí como mi salvador, y como lo amo, entonces obviamente va a satisfacer todo lo que necesito". El razonamiento es tan obvio para mi como dos más dos es igual a cuatro. Comienzan las frustraciones, los conflictos, los desencuentros y la relación no crece, cada uno está esperando algo del otro. Queremos mucho y damos poco. Queremos comprensión y nos olvidamos de comprender. Tenemos la certeza de que si el otro cambia seremos felices, y estamos esperando que el otro cambie, para entonces yo quizás dar un pasito. Las dos personas entran en el mismo juego, y eso causa distancia, abismo, incomunicación, separación, muchas veces relaciones que se enfrían, que se mantienen por conveniencia, otras veces son relaciones de mucho conflicto donde las personas están peleando para intentar convencer al otro de que tienen la razón.
La pareja es un lugar en donde aprender a relacionarse es fundamental, aprender a comunicarse con el corazón limpio, aprender a ver donde estoy yo y donde estas tú y qué hacemos juntos, para que estamos juntos, porqué al fin y al cabo elegimos una vida de a dos, juntos.
Es como aprender a mirar, no desde nuestras proyecciones y expectativas, sino desde lo que soy, y lo que es el otro, el yo y el tu individuales que juntos pueden realmente formar -yo-tu- un nosotros que funcione, que sea constructivo.
Nosotros no fuimos educados para saber relacionarnos de una forma constructiva, no fuimos educados para relacionarnos de ninguna manera, es algo que no pasó en la educación.
Entonces, de la relación de nuestros padres, nosotros como hijos pasamos a la relación de pareja, la relación amorosa, o pseudoamorosa, hasta que pueda realmente ser amorosa de verdad.
Casi naturalmente se forman familias, y vienen los hijos. Si no aprendemos realmente a relacionarnos vamos a estar repitiendo historias, pasando a nuestros hijos exactamente lo que recibimos y que, ya lo sabemos, no fue muy satisfactorio. De esta manera no podremos dar a los hijos una nueva oportunidad, estaremos simplemente dejando pasar el tiempo.
Y si miramos atentamente, las historias son muy semejantes. En la mejor de los casos acumulamos culpas que intentamos compensar de alguna manera y a veces en el intento de compensar llevamos a los hijos a la sobreprotección, con un montón de regalos, con un montón de cosas superficiales para compensar lo más profundo que nos sentimos incapaces de dar, de dar amor.
Otro aspecto sería lo social, las amistades, las personas con quienes podemos intercambiar, que son tan importantes en nuestra vida. Podemos tal vez incluir también ahí a los hermanos, personas de nuestra generación. Y, ¿qué pasa? ¿Tenemos capacidad realmente para construir y cultivar estas relaciones? ¿Tenemos tiempo para invertir en eso o será que es verdad que solo tenemos conocidos en nuestra vida, esas personas con las que nos encontramos en los bares, tomamos una y otra copa, hablamos de política, de fútbol, o de cualquier tontería menos de nosotros mismos, y a veces volvemos a casa más vacíos de lo que salimos?
Perdemos la oportunidad muchas veces de estrechar relaciones, de cultivarlas de verdad. Muchas veces perdemos justamente algo muy importante que son las relaciones. La persona más amiga mía está muy lejos, se cambió de ciudad, de país, entonces ya no me interesa, ya no le voy a dedicar un tiempo escribiéndole una carta, ¿tan amigo era?. Y con esto podemos concluir cómo es nuestra relación con un amigo y con la sociedad.
Qué interés tenemos en el mundo como está. El mundo esta pasando por un momento histórico muy crítico, la sociedad es una sociedad injusta, funciona caóticamente, o simplemente no funciona, y cuanto peor está más nos alienamos. “Es muy complicado, no nos interesa, no podemos cambiar nada”. Realmente no podemos cambiar nada. El alienarnos impide que cualquier cosa nueva surja y al final estamos en manos de alguien que nosotros elegimos, entonces el problema es suyo. Que haga con el mundo lo que quiera, a mí no me interesa, lo que me interesa es mi familia, mi entorno. Si eso funciona, si estamos todos bien, lo demás no me interesa.
¿Somos seres sociables? Nos olvidamos a veces que estamos viviendo en este planeta, que tenemos cosas que ver uno con el otro, aunque cada vez menos queremos darnos cuenta de esta realidad. No queremos responsabilizarnos por ello.
A pesar de que la información corre rápidamente, mucho más que años atrás, esto nos torna más fríos. Recibimos la información como si fuera de otro planeta, de Marte o Urano, no del planeta donde vivimos. En la época donde no había tanta información lo que pasaba con el vecino me llegaba más, ahora no. Nos acostumbramos a que las desgracias son tantas que mejor protegerme para que no me ocurra a mí, no me interesa todo lo demás.
Esa es la manera en que más o menos nos “relacionamos” a nivel social, dejando de lado lo más importa, el amor
lunes, 4 de agosto de 2008
El amor y las relaciones humanas
Publicado por Cami en 17:23
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